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4. LA EXPANSIÓN DE LA REVOLUCIÓN
El triunfo de la revolución rusa había inspirado de nuevo el "miedo revolucionario" en los países occidentales y, por otro lado, una gran esperanza entre los obreros de todo el mundo. Desde Rusia se consideró necesario la creación de una nueva organización mundial de obreros para llevar a cabo el ejemplo de los trabajadores rusos.
4.1. Un baluarte de la revolución: la III Internacional
El ejemplo de la revolución rusa mostró a ojos de los propios revolucionarios, que los partidos socialistas de Europa habían abandonado sus posturas revolucionarias, por aceptar la participación en la democracia burguesa y, haber cedido en la práctica al reformismo. El revisionismo había puesto de manifiesto que los partidos socialistas aplazaron la destrucción del capitalismo, para la obtención de las mejoras políticas y sociales de las clases obreras. Los bolcheviques dieron un giro copernicano al marxismo con la creación de nuevos partidos revolucionarios y abandonaron los partidos socialistas, que habían apoyado a los gobiernos de la Primera Guerra Mundial. Estos nuevos partidos, se denominaron Partidos Comunistas y, siguieron el ejemplo de la revolución rusa, inspirados en el pensamiento de Lenin, el leninismo que sirvió de inspiración para los futuros movimientos de liberación del Tercer Mundo.
En consecuencia con lo dicho, se creó en 1919 en Moscú la III Internacional o Komitern, que hizo un llamamiento al abandono de partidos socialistas y, la aceptación de las tesis revolucionarias de la nueva internacional. Así pues, en el II Congreso del Komitern en 1921 se aprobaron 21 Condiciones para poder ingresar en la nueva organización. Entre ellas destacaban, el abandono de la vía reformista y la aceptación de la estrategia revolucionaria, la organización de partidos disciplinados, la aceptación de todos los partidos comunistas de las disposiciones aprobadas por el Komitern, en otras palabras, a aceptar las ordenes de Moscú, donde se estableció su sede.
4.2. La oleada de la revolución comunista en Europa
Desde el triunfo de la revolución soviética, Lenin consideraba que era necesario extenderse la revolución a otros países de la Europa industrializada. El fervor revolucionario proveniente de Rusia pronto se extendió por Europa, concretamente en Alemania, que desde noviembre de 1918 habían comenzado las agitaciones revolucionarias. Se conoció como la revolución espartaquista, por ser un grupo del ala radical de la socialdemocracia alemana que se inspiró en el modelo soviético. El intento fue reprimido por el Ejército y los Freikorps (voluntarios contrarrevolucionarios), costándole la vida a sus dirigentes principales, entre ellos Rosa Luxemburgo y Karl Liebknecht. Por otro lado, en Hungría en 1919 se produjo una revolución también inspirada en el modelo soviético dirigido por Bela Kun (un periodista), pero de una duración efímera que acabaría siendo aplastada.
Aunque las revoluciones fracasaran, la importancia de la revolución soviética seguiría siendo modelo de inspiración para todos los revolucionarios europeos, aunque la revolución tardaría en llegar. Por lo pronto, los objetivos de la III Internacional de la expansión de la revolución a otros países del mundo debería de esperar, o era difícil a corto plazo, algo que también dejaría huella dentro de la Unión Soviética.
4.3.¿Qué pasará después de Lenin? La disputa por el poder
A partir de 1922 Lenin cayó enfermo para morir en 1924, pero lo más importante de este periodo es el inicio de las luchas intestinas por alcanzar su herencia. El vacío de poder generó una disputa entre dos concepciones y dirigentes del PCUS que se generó entre 1924 y 1928, conocido como el gran debate por la jefatura del Partido, por el poder en el Estado Soviético y, por la visión de la propia revolución.
Por una lado, la figura de Trotsky junto con sus aliados que representaban el ala más radical del partido. Defendían no solo el abandono de la NEP y la colectivización, sino extender la revolución en Europa, conocida como la teoría de la revolución permanente, además democratizar más internamente el partido. Denunciaron el funcionamiento del partido por su excesiva burocratización y, la ausencia de la libertad de expresión, al estar el control absoluto en manos de Stalin.
Por otro lado, la otra postura era defendida por Stalin y miembros del politburó como Zinoviev, Kamenev, Bujarin, etc. Estos mantenían una visión opuesta a la de Trotsky, considerando que era necesario continuar con una economía mixta, así como la construcción del socialismo en un solo país, además de reservar las decisiones políticas a los dirigentes del partido comunista.
Al final, la postura de Stalin prevaleció con el apoyo del politburó ya que éste controlaba los resortes internos del partido. Así pues, se establecería una dirección más autoritaria, con un mayor centralismo político y, la aniquilación de la vía más democrática de la revolución. No obstante, Stalin y los suyos hicieron suyos los preceptos de Trotsky en materia económica y, pusieron fin a la NEP, iniciando la colectivización de la propiedad y, una mayor planificación económica.
Conseguido el poder Stalin aniquiló y expulsó a toda oposición política, entre ellos Trotsky, que sería enviado al destierro en Kazajstán para posteriormente exiliarse, muriendo asesinado en México por agentes estalinistas. Stalin pasaría ser el único dirigente de la URSS instaurando una dictadura personalizada.
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