2.Llegada y construcción del totalitarismo nazi
La crisis económica de 1929 pasó una considerable factura a Alemania ya que el desorden político, económico y social hizo que las posturas de los alemanes se radicalizaran y percibieran el nacionalsocialismo como una esperanza. La crisis había permeado en la población con el aumento de un malestar social que favoreció a los nazis en la creación y difusión de un discurso radical. Pero además de esto, el avance de los comunistas era percibido como una amenaza, por lo que en las elecciones de 1932, fueron elegidos 196 diputados nazis frente 100 diputados comunistas. El apoyo de las fuerzas conservadoras a Hitler no se hizo tardar ante la influencia de los comunistas nombrándolo canciller en 1933, en un gobierno de coalición, en el que considerarían a Hitler como una figura transitoria. Éste juró la Constitución de Weimar, pero su intención era acabar con la democracia parlamentaria.
El apoyo social que obtuvo el nazismo hay que buscarlo en el apoyo que hallaron entre las clases medias, los campesinos arruinados y los obreros desesperados ante la miseria y el paro. Por otro lado, su nacionalismo radical les hizo ganar adeptos entre los sectores más conservadores como militares, antiguos combatientes y, la burguesía, que ansiaba un poder fuerte. Otro de los elementos aglutinadores fue su exacerbado anticomunismo, siendo percibido Hitler y los nazis como el arma más eficaz frente al comunismo. Evidentemente, las grandes industrias y finanzas habían financiado en los últimos años a los nazis, con lo que contaron con el apoyo de empresarios como los Thyssen, Krupp, etc.
En el programa del NSDAP aparecía claramente poner fin a la democracia parlamentaria y, efectivamente, una vez llegados al poder, Hitler comenzó con la construcción del Estado totalitario, en el momento en que el presidente Hindenburg (veterano de guerra) le dio permiso para disolver el Parlamento y convocar nuevas elecciones que se fijaron para el 5 de marzo de 1933. Inmediatamente se hizo un decreto que prohibía a la prensa hacer oposición, además de perseguir a grupos opositores. Obviamente las persecuciones se multiplicaban mientras las SA sembraban el terror en las calles contra opositores. En este contexto, se produjo el incendio del Reichstag, en el que se inculpó a los comunistas, sirviendo como excusa para suprimir las libertades individuales, el control judicial sobre las detenciones y, los derechos civiles, restableciendo la pena de muerte. En estas elecciones el Partido Nazi obtuvo un 43% de votos, frente a la izquierda (comunistas y socialistas) un 30%. De ahí que tuvieran que solicitar el apoyo del Zentrum Católico para que el Parlamento le concediese plenos poderes y la facultad de promulgar leyes sin necesidad de trámites. La concentración de poderes en manos de Hitler se completó cuando, en agosto de 1934, después de la muerte de Hindenburg, acumuló las funciones de canciller y presidente, proclamándose Führer y canciller del Reich: Reichführer.
En pocos meses los nazis habían transformado Alemania en un régimen totalitario en el que controlaban las instituciones, la sociedad y los individuos. Fueron suspendidas la libertad política, las libertades individuales, autorizando únicamente al NSDAP, en el ámbito político, mientras que en el mundo laboral fueron ilegalizadas las huelgas y los sindicatos, dejando solo el sindicato nazi Frente del Trabajo Nacionalsocialista.
Además, la Administración pública fue depurada con una ley que autorizaba el despido por razones políticas y raciales. La judicatura desapareció como poder independiente y quedó sometida a la voluntad del Partido al tiempo que se formaban unos tribunales excepcionales para delitos políticos. Además se produjo un proceso de centralización administrativa y política en el que los diversos Estados (Länder) fueron suprimidos, llegándose a identificar Partido y Estado, constituyéndose como un Estado unitario y centralizado. Así pues, los altos cargos del Estado eran cercanos al círculo de Hitler, dándose una verdadera lucha por ministerios para ganar influencia y poder en la gestión del régimen. La policía sería sustituida por organizaciones paramilitares nazis, las SS, además de la creación de la Gestapo (la policía política secreta), dirigida por Himmler, en el que ejercía la represión de la oposición, así como el control de la opinión pública. Además, desde 1933 se abrieron los primeros campos de concentración en las que se recluían a opositores, obligados a trabajos forzados.
Sin embargo, Hitler no tenía el control total del Partido, ya que las SA, las fuerzas paramilitares dirigidas por Ernst Röhm mantenían diferencias políticas con la gestión del Führer por el abandono de las premisas anticapitalistas del partido. El abandono de estas ideas conllevó al asesinato de los dirigentes de las SA en la que se conoce como la Noche de los Cuchillos Largos. A modo de anécdota los asesinados cuando los iban a matar gritaban: "Heil Hitler", paradójico puesto que fue Hitler quien los mandó a ejecutar. A partir de este momento, el control de Hitler y del Partido fue absoluto.
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